El PISA nos pisa
Otra vez nos cae una vaina encima, aunque ya estamos bastante acostumbrados a estas cosas. De 72 países monitoreados por el PISA hemos quedado los penúltimos, detrás de Argelia, y los últimos en los latinoamericanos que entraron en esa amplia muestra, en cuestiones tan básicas como matemáticas, lectura y ciencias entre muchachos de unos quince años. No está nada mal, ni es nada nuevo, porque en otras pruebas similares hemos salido en puestos, bajos, muy bajos, y hasta vergonzosos. Es curioso ver en un autobús del Ministerio de Educación, un texto exhibido con orgullo y a manera de eslogan que dice ‘’ una revolución educativa’’.
Me acordé de un taxista cubano que mientras recorríamos las calles de la mágica Habana, la preguntar sobre la marcha del país, me contestó con ese gracejo inconfundible y tan propio de esa isla, ‘’oye, chico, la revolución cubana es como una moto rusa…¡mucho ruido y poco avance!’’. Parece que por aquí sucede lo mismo, mucha construcción de escuelas, miles se aulas nuevas, universidades de todos los niveles por pipá, computadoras a granel, programas virtuales, capacitación de profesores aquí y en el extranjero, tandas extendidas, planes y acciones de alfabetización, y sobre todo mucha publicidad de estos ‘’logros’’ con fines propagandísticos… pero a la hora de las evaluaciones internacionales aparecemos más quemados que la pipa de un indio cuando hace tratados de paz con los caras pálidas.
Como a fuerza de salir mal en tantas evaluaciones de diferentes áreas tipo corrupción, falta de transparencia, accidentes de circulación, etc. la noticia apenas tiene impacto perdurable, ya estamos tan inmunizados contra estas deficiencias sociales que a la mayoría le importa un pito porque hay estómagos que llenar, y sólo algunos medios informativos las comentan casi más como anécdota simpática, que una crítica o análisis serio y profundo como amerita el caso. En respuesta, hay unas declaraciones de los funcionarios del Gobierno, algunas de ellas tan chuscas y burlonas, que merecen ser citadas, Educación y Educa dicen que los resultados permitirán hacer cambios en el sistema.
Uno se pregunta si había que esperar estos datos de fuera para saber lo mal que estamos dentro. ¿Es qué acaso no se hacen evaluaciones internas y se comparan con las de otras naciones? ¿Es qué ignoramos nuestras propias deficiencias y nos las tienen que señalar a nivel internacional? Muy mal andamos, pues, si las cosas son así. El ministro de Educación dice que ‘’ Como estamos en el proceso de cambio era fundamental medirnos con un estándar internacional y con esta línea débase tendremos en tres años los resultados que deseamos’’ .
Bien démosle una línea de credibilidad al ministro, y esperamos que lleve la razón, pero hay dos cosas que nos cuadran del todo. Por muchos años en la docencia universitaria, tres años nos parecen muy pocos para elevar un buen grado la educación general dominicana, y en segundo lugar, no quedan bien definidos cuáles son esos resultados que queremos para cotejarlos al final del de ese corto trayecto. Más parecen ser tareas ‘’de este periodo de gobierno’’ y de ‘’logros de nuestro señor Presidente’,’ que objetivos a largo plazo como sería bueno establecer. Mientras tanto, el PISA nos pisa y aquí pasa lo que pasa, pese lo que nos pese.